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La trampa del Hoy no Circula

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Mensaje por Admin Sáb Jun 28, 2014 9:19 pm

La actualización del programa Hoy no Circula, que propone sacar de la circulación más de 500 mil vehículos diarios de una flota vehicular que en el Valle de México es de más de 5 millones, muchos de ellos con tecnología obsoleta, consumiendo además gasolina de mala calidad, es un claro ejemplo de la ineficacia y la simulación en el tratamiento del problema de la contaminación del aire en la Zona Metropolitana del Valle de México.

El Hoy no Circula es, a lo sumo, un paliativo temporal que no resuelve el problema, que alimenta falsas expectativas y que muestra a una autoridad confusa e incapaz, con propuestas irrelevantes para abatir una persistente y dañina concentración de sustancias que, a la fecha, consiste en alrededor de 3 millones de toneladas de sustancias tóxicas que los vehículos, las actividades industriales y de servicios vierten anualmente a la atmósfera metropolitana.

No quiero decir que el Hoy no Circula sea irrelevante, innecesario y contraproducente. Es una medida que de manera aislada no resuelve nada, sobre todo para hacer frente a un problema que requiere de respuestas más amplias, más de fondo, más estructurales, y que involucra y requiere diversos niveles de acción gubernamental. Mencionaré únicamente cinco problemas de fondo, cinco áreas críticas que habría que enfrentar si hubiera una verdadera voluntad y capacidad para atacar, resolver y dar una respuesta efectiva a la contaminación. El Hoy No Circula debería ser sólo un instrumento de política complementario de estrategias que se dirijan a resolver estos cinco temas centrales.

En primer lugar, uno de los temas centrales es el transporte público; es éste un problema que la autoridad no enfrenta porque es complejo, costoso económicamente y que no reditúa políticamente en el corto plazo. El transporte público no es una opción para muchos ciudadanos de clase media y, para la población de bajos ingresos, no es una elección sino una imposición, una especie de condena. Es de mala calidad, altamente contaminante, posee malas condiciones mecánicas, es incómodo y peligroso para los usuarios y los no usuarios y, sobre todo, no está estructurado de manera modal, de tal forma que autobuses, microbuses, metro, metrobús y taxis, más que complementarse se disputan y compiten por los pasajeros.

En segundo lugar, los vehículos que los fabricantes y distribuidores venden en la capital y en todo el país son de una calidad, en términos de seguridad y de tecnología ambiental, inferior a los que se fabrican para la exportación, sobre todo los que las armadoras mexicanas venden al mercado estadounidense. Pocos vehículos de los que estas armadoras destinan al mercado mexicano pasarían las pruebas anticontaminantes y mecánicas en Estados Unidos, pero tampoco muchos de los que México importa de ese país pasarían las propias pruebas americanas.

En tercer lugar, los combustibles, gasolina y diesel, que se venden en el Valle de México y en el país, no cumplen con los estándares ambientales requeridos. Esto provoca que, aún cuando los vehículos contaran con la tecnología adecuada, seguirían emitiendo mayores sustancias contaminantes que las estipuladas por el fabricante.

En cuarto lugar, un gran porcentaje de los vehículos automotores que circulan no son sometidos a estrictas pruebas de verificación vehicular, ya sea por actos de corrupción, o porque pasan por una verificación más blanda, particularmente aquellos vehículos que forman parte de flotillas, o son propiedad de corporaciones (autobuses, microbuses, taxis, materialistas, transporte de pasajeros y de carga local o federal), y que recurren al poder y la influencia que poseen para evitar una verdadero control de emisiones, incluidos los que son propiedad del gobierno del Distrito Federal y del Estado de México, los cuales se cuentan entre los más ostensiblemente contaminantes.

En quinto lugar, los sistemas y equipos de medición de la contaminación en manos de las autoridades deben ser sometidos a calibración y a fiscalización independiente, reparados por manos expertas o sustituidos a tiempo, para garantizar precisión en las mediciones que arrojan, de tal manera que los registros y mediciones de la contaminación, sobre todo aquellos en los que se basa la autoridad para celebrar sus logros y avances en el combate a la contaminación, sea reales y verídicos.

A esto hay que añadir no solamente el crecimiento desordenado de la metrópoli: la falta de una verdadera planeación urbana, del transporte y del medio ambiente, sino también la ausencia de una auténtica articulación entre las políticas de esas tres áreas de gobierno. ¿Cómo pedirle al Hoy no Circula que enfrente problemas que lo trascienden, que no está en sus manos resolver?

La autoridad diseña su estrategia no para resolver el problema de la contaminación del aire sino para impactar a la opinión pública, como imagen y mercadotecnia. Los programas y las estrategias abundan, las medidas para salvar la ciudad se anuncian espectacularmente, se buscan soluciones baratas y mágicas; mientras tanto la contaminación persiste y daña la salud de miles de personas. Tan pronto como se atiendan estas cinco áreas de problemas de manera efectiva, los resultados hablarán por sí mismos, no requerirán de campañas publicitarias.

Nota original: http://joseluislezama.blogspot.mx/

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